El noticiero de Darío en #MrUnderdog17 es el Mundo Today aplicado al deporte. Hay que saber rendir e hilar fino para entrar en esta sección. Cualquiera, no por su precioso gepeto, puede ser candidato a ser incluído.
Resulta que si un jugador se llama Francisco Franco, es una razón de tal peso que ya de por sí te desmonta, te desnuda. Tranquilos, no ha ido en helicóptero desde Mingorrubio, sino que así se llama el nuevo futbolista del Cádiz. Francisco Javier Franco. Entiendo o quiero entender que el nombre es compuesto por algo. En fin, que da para guasa y más si es en Cádiz, donde siguen a la gresca sobre el nombre del estadio. De todos modos, con Franco nos pasa como cuando en el colegio, de pequeños, nos tapábamos la boca y nos salía la risa floja con el clásico ‘caca, culo, pedo, pis’. Pues aquí igual. Han pasado ya 45 años del Francisco (que diría Tonino en el mítico Caiga quien Caiga) y nos seguimos ruborizando con ese nombre, yo el primero.
Dicho esto, hablando de nombres con segundos significados, mi infancia en los 90 fue otra cuando comprobé que había jugadores como Poyatos o Lobo Penev. En plena época de descubrimientos, fue un shock. Imagino que llamarse Nacho Vidal tampoco debe ser fácil. De todos modos, nada como los nombres de árbitros. En una país tan poco dado a llamarse por los apellidos como el nuestro, con los trencillas los llamamos por los dos apellidos. Japón Sevilla era mi preferido, qué exótico. Luego llegó Pino Zamorano, antes hubo un Perdigones Pacheco. Para recordar.
Ninguno de estos colegiados, si no me falla la memoria, pitó a Robert Lewandowski. Qué pedazo de delantero es. Comentábamos como última noticia del Noticiero que ha sido galardonado como mejor jugador de la UEFA de la temporada pasada. Qué mínimo. Fue clave en la consecución de la Champions del Bayern. Es un delantero de los que ya no hay: no es ni peliculero, ni amaga con ser más de lo que es, ni es un jugador de highlights: él sabe lo que puede hacer bien y lo hace a la perfección. Cuerpea, entiende el juego, y marca. Sin estridencias. Da la impresión de que se le esté pasando el arroz para el Balón de Oro, pero merecimientos ha hecho de sobra. En una época en la que lo determinante es lo que sucede en las dos porterías, el polaco es un seguro de vida. Es un delantero de área pequeña de los que ya nos hay, están en peligro de extinción. Crecí viendo a Pippo Inzaghi y me resultaba fascinante: aparecía en el momento justo e implosionaba celebrándolo. Y años más tarde, Ruud Van Nistelrooy. De media ocasión te hacía un gol.
Lewandowski solo tiene 32 años y sigue instalado cómodamente en el Bayern. Qué bonito sería ver a la señora Lewandowska y al señor Lewandowski surcando de sur a norte la Castellana en un coche con cristales tintados. Lujos que nuestros ojos, me temo, no podrán ver.