Oda a Sergio Ramos
Por Álvaro Benito López – Brea – Periodista deportivo y colaborador en Mister Underdog
“Ramos es uno de los futbolistas más gordos de la historia del futbol”. Es Alberto Edjogo en #MisterUnderdog31. Frase que suscribo y añado como coletilla final, si se me permite: “Dedicado a todos sus haters”. Porque El Camero de Oro tiene un aluvión de gente en contra, personas hastiadas de su liderazgo, carisma y habilidad por ganar títulos. ¿Por qué será?
Adelantándome al escrutinio final de la audiencia, Sergio Ramos es el mejor central que han visto mis ojos. Mucho mejor que aquel Fernando Hierro, mejor que Carles Puyol, ligeramente mejor que Gerard Piqué. Para que el respetable no se enfade, no se altere, no le salga urticaria, resaltemos en primer lugar sus defectos:
Uno. Se cree mejor de lo que es. Sí. A veces se ve tan sobrado que comete errores infantiles, despistes impropios de su nivel, no tira bien la linea del fuera de juego. Cierto es que eso sucede, habitualmente, en encuentros de importancia menor. Vamos, que le pasa contra el Valladolid pero no contra el Gladbach.
Dos.
Tres.
Perdonad, no he encontrado más defectos. Lo siento. Ahora, las múltiples virtudes:
Uno. Es un líder en toda regla. En un fútbol cada día menos brillante, más táctico, más mecanizado, más previsible, hay pocos futbolistas que saben leer el tiempo del partido, lo que se requiere de él. En el Madrid, el club más grande de todos los tiempos, es el único que hoy por hoy da una voz, un grito, demuestra que un equipo, aparte de jugar al fútbol y buscar el gol, debe de tener alma. El alma es Sergio Ramos.
Dos. Tiene carisma. Da la cara en las malas y si se tiene que meter en un charco, se mete. Por su carácter el asunto de su renovación ha tenido más episodios que La que se avecina. En lo bueno y en lo malo, carismático.
Tres. Es un pedazo de central. Da salida de balón, ordena al equipo, marca goles, es decisivo e imponente como líder en el eje de la zaga y cuando está centrado, un muro atrás. Se recicló de buen lateral derecho a magnífico central. Y ha dominado la década con puño de hierro sin aventuras en equipos de menor calado.
Por tanto, para mí no hay discusión, y eso que hasta esta línea no había sacado a relucir el gol de Lisboa, ese gol que permite a Casillas tener una vida más apacible. Dicho esto, como central izquierdo, el siguiente que más me gusta es Diego Godín, por encima de Van Dijk y Thiago Silva. Hoy por hoy es mucho mejor el central del Liverpool, obviamente, pero el uruguayo fue el líder del mejor Atlético de Madrid de la historia, el de la 13/14: campeón de Liga y subcampeón de Europa. No está mal, ¿no? Godín, con más deficiencias en la salida de balón, fue una pared atrás en sus mejores años en el Atlético, una barrera infranqueable.
Como mejor central derecho, los finalistas elegidos en #MisterUnderdog31 son Gerard Piqué y Pepe. Partiendo del hecho de que de 100 veces elegiría a Piqué las 100, me alegro que Pepe esté en esa final. En la semi, Piqué ganó a Hummels (no hubo ni partido) y el portugués derrotó a Varane.
Dicho de una manera clara: para un encuentro de caviar y angulas me llevo a Varane; para ir a la guerra me llevo a Pepe. El francés es un gran acompañante, imparable a campo abierto. El luso es un líder y sobre todo, un superviviente. Se ganó merecidamente una mala prensa tras reventar a palos a Casquero pero como eso es de la década anterior, se lo perdonaremos. Mucho nivel en Pepe, que ha resurgido en estos últimos años.
Al final, creo yo, nos quedaremos, como metáfora del tiempo que siempre recordaremos con la selección, con Piqué y Ramos en el eje de la zaga. Qué tiempo tan feliz.