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Por Álvaro Benito López – Brea – Periodista deportivo y colaborador en Mister Underdog

Olor a perfume caro no suele ser sinónimo de campo de fútbol, aunque a veces la ficción supere a la realidad. Hace unas semanas, tras asaltar Valdebebas (que no el Bernabéu), Fali comentó en varias entrevistas que le preguntó a Benzema qué perfume usaba y éste le miró extrañado, como si nadie se lo hubiese dicho nunca con un balón de por medio.

Son preguntas más propias del fútbol de antes, menos mecanizado y más diferente. Que pregunte eso Fali me recuerda a la Quinta del Ferrari del Madrid, o a los galácticos. ¿Quién olvida ese pelo engominado de Pedja Mijatovic? Buen heredero de esa marca ha sido Miguel Quintana, como demuestra semanalmente (o bisemanalmente) en #MrUnderdog

La belleza en el fútbol ha ido evolucionando. Seguramente, el prototipo de futbolista ahora mismo sea más guapo. Con perdón, en los 90 se veían unos codrollos de cuidado (véase: comentario inteligente): dientes con vida propia, narices tamaño XXL, y unas piernecitas poco musculadas. Todo eso ha evolucionado con el tiempo (y con el dinero, que ahora ganan mucho más que entonces)

David Beckham es, sin discusión, el futbolista más guapo que ha pisado un campo, el Brad Pitt del balompié, pero si nos ceñimos a jugadores que sean bellos estéticamente, la cosa cambia. Beckham era guapo y ejecutaba buenas ‘bananas’, pero a partir de ahí, más allá de garra, tenía grandes deficiencias.

El jugador estéticamente más bello que jamás he visto (y seguramente veré) es Andrea Pirlo. Jugaba con traje italiano caro todos los partidos, no se le manchaba nunca. Veía el fútbol con 4 ojos, los 2 delanteros de los humanos, y los 2 traseros de los privilegiados. No se le movía un músculo de la cara al ejecutar los pases, todos tan limpios y precisos como el de un cirujano. Un jugador por el que pagar la entrada a un campo de fútbol.

En España los hemos tenido buenos. Guti tenía un pié inolvidable, lo hacía todo a lo grande. Además, tenía ese punto de chulería dentro y fuera del campo que lo hacía más distinto. Juan Carlos Valerón poseía una belleza estética diferente: con la misma precisión que la de Guti, pero más humilde, sin tantas pretensiones, y como no queriendo llamar mucho la atención con ese físico más propio de esos codrollos (dicho con cariño) de los 90.

Alberto Edjogo, en este contenido exclusivo de #MrUnderdog, aludió a la belleza estética de los Celta-Dépor de hace unos años. Yo me quedo con la dupla rusa del Celta, Mostovoi-Karpin, que lo tenían todo: carisma, carácter y jugaban como los ángeles. Bendito el que forjara esos pies que deleitaron a todo Vigo y a media Europa.

Si estrujas el cerebro pensando en jugadores de ese corte en la actualidad, te cuesta más. En cambio, echo la vista a la década de los 2000 y me salen una larga lista de mediapuntas, extremos o delanteros que eran bellos estéticamente y se les caía el talento de los bolsillos: Tristán, Yeste, Ronaldinho, Nuno Gomes… Es como si mi mente volviera al Mundial de Corea y Japón, que se jugaba por la mañana, mientras iba al cole, y un buen puñado de mediapuntas deleitaban al mundo.


Hoy en día se ven portentos, máquinas, robots, pero menos bellezas estéticas, quizás por aquello de que el fútbol de barrio se esté perdiendo. Así nos pasa, que vemos un regate de Ansu Fati o de Pedri, y se nos cae la baba. Que no cambien nunca.