Raúl: El Que Nunca Hacía Nada
Por Álvaro Benito López – Brea – Periodista deportivo y colaborador en Mister Underdog
Hubo un tiempo en el que en España no había nada más grande que Raúl. Era de largo el mejor jugador, impulsó al Madrid en una época dorada (1998-2003) que llevaba tiempo resistiéndose e intentó tirar del carro en esa selección española pre-ganadora. Luego se retiró y es ahora mismo un proyecto de entrenador del Real Madrid. ¿Ya está pues? No, falta algo más: la aventura alemana.
Raúl acabó jugando en el Cosmos (2015) y en el Al Sadd qatarí (2012-2014), pero fueron pinceladas propias de quien quiere acabar su carrera combinando disfrutar nuevas experiencias y llenarse los bolsillos. El Raúl de alto nivel no terminó en el Madrid, sino en el Schalke 04. Lo suyo en Alemania fue una obra de arte, una manera de reivindicarse tras una salida mejorable del conjunto blanco: 40 goles, 15 asistencias y 98 partidos para ganar una copa y una supercopa alemana en dos temporadas. No está mal, pero queda lo mejor, aquella champions de 2011 en la que llega a semifinales. Ordenemos.
Uno. Llega a semis, pero la gracia está en el camino, no en lo realmente conseguido. Raúl era la estrella de aquel Schalke y recibe un cariño por parte de la grada que se corresponde con lo que de verdad fue, un grande de Europa. Muchos pensaban que se iba a un retiro dorado, pero para eso coges las maletas y te vas antes al golfo pérsico o a Asia para bajar el ritmo competitivo y asegurar un futuro económico si no has hecho los deberes antes. Lo que hizo Raúl en Alemania fue grandioso.
Dos. Ahondemos en esa Champions. Es primero de grupo dejando por el camino a Lyon o Benfica para llegar a octavos de final. Ahí elimina al Valencia de Unai Emery y Roberto Soldado en una exhibición del delantero de Villaverde: gol en Gelsenkirchen, gol en Mestalla. Luego tocó el Inter, vigente campeón de Europa, y el meneo fue inolvidable: 2-5 en Milan, 2-1 en Alemania. Imagináos: el Schalke, un club de renombre pero lejos del nivel de los grandes equipos de Alemania, metiéndose entre los 4 mejores del viejo continente. Un éxito rotundo.
Tres. Llegó el bañito. Se encontró con un United en plenitud y Raúl y los suyos no pudieron hacer nada. 6-1 en el global para los ingleses, y a casa. Esa es la Champions que el United pierde luego en Wembley ante el Barcelona de Guardiola.
En aquel Schalke supieron desde el primer momento que Raúl era la estrella, lo que lógicamente con el paso del tiempo no era ya en el Real Madrid. Hay que tener en cuenta el contexto. Raúl debuta muy pronto con el Madrid (octubre de 1994), se hace clave desde el comienzo, pasa un bache, forma parte del quinquenio de oro (1998-2003) con 3 champions y 2 ligas, asiste al Madrid de los galácticos, pero desde 2005 ofrece los mismos síntomas de cansancio que el fútbol del Madrid, que encadena 6 ediciones consecutivas sin pasar de octavos de final (2005-2010). En su último año, la estrella ya era Cristiano, y el delantero tuvo una fría despedida en una mañana de verano que por suerte corrigieron con un gran y merecido homenaje tiempo después.
Raúl es parte de nuestras vidas. Es el oportunismo del olfato en área pequeña, el joven que despuntó a mediados de los 90 y que compitió al máximo nivel en tres décadas diferentes, el hombre con el que el Madrid volvió a ser un grande de Europa, y con el que España rozó las semis en varios grandes campeonatos (2000 ó 2002, los ejemplos más claros). Siempre le quedará esa espina, porque su último mundial fue en Alemania 2006 y la época de oro comenzó dos años más tarde, pero para entonces Luis Aragonés ya había decidido no llevar a Raúl.
Seguramente sin sus compañeros de aquel Schalke, sin un jovencísimo Neuer, sin Metzelder, Howedes, Farfán o Huntelaar, ese equipo no habría llegado tan lejos, pero el faro, la referencia, era Raúl, que demostró que lejos de la calefacción que le había cuidado durante más de tres lustros en el Bernabéu, podía competir. Y bien que lo hizo.